Cada mañana, miles de montevideanos se enfrentan a la misma realidad: un viaje cada vez más lento y frustrante. Las principales arterias de la ciudad, desde la Rambla hasta la Avenida 18 de Julio, Av.8 de octubre, Av.Italia, se congestionan, convirtiendo lo que debería ser un trayecto de minutos en una prueba de paciencia. Este no es un problema exclusivo de Montevideo; es el síntoma de una enfermedad que padecen las grandes ciudades del mundo. La causa es simple: tratamos un recurso increíblemente escaso —el espacio en nuestras calles— como si fuera infinito y gratuito.
¿Y si la solución no fuera solamente construir más túneles o puentes, sino aplicar una de las ideas más poderosas de la economía? Este artículo analiza el concepto de las tarifas por congestión, no como un simple impuesto, sino como un mecanismo de precios para ordenar la economía urbana, inspirado en el pensamiento del Nobel de Economía Friedrich Hayek. Explicaremos cómo funciona en ciudades como Londres, Singapur y Estocolmo, y sopesaremos su compleja pero posible implementación en Montevideo.
La Maravilla de los Precios: Una Lección de Hayek
En su influyente ensayo "El Uso del Conocimiento en la Sociedad", Friedrich Hayek argumentó que el sistema de precios es una maravilla de la comunicación. Sin necesidad de una autoridad central que lo dirija todo, los precios transmiten información vital sobre la escasez y la demanda a millones de personas, coordinando sus acciones de forma espontánea. Cuando el precio de un bien sube, envía una señal: "esto es escaso, úsalo con más cuidado o busca alternativas".
El tráfico es un problema económico clásico. Una calle congestionada es una tragedia de los comunes donde el costo real de un conductor adicional (el tiempo que le hace perder a todos los demás) no es asumido por quien lo genera. Al no haber un precio por usar la calle en el momento de mayor demanda, la señal es que el recurso es gratuito y abundante, lo cual es evidentemente falso.
Una tarifa por congestión corrige esta distorsión. Al ponerle un precio al uso de la infraestructura vial en horas pico, se revela su verdadero costo. No es un castigo, es información. Esta señal de precio incentiva a los ciudadanos a tomar decisiones más eficientes: ¿puedo viajar en otro horario? ¿Me conviene más tomar el ómnibus? ¿Podríamos compartir el auto? ¿Es este viaje realmente necesario? El resultado, como han demostrado varias ciudades, es un ordenamiento casi milagroso del caos.
El Mundo como Laboratorio: Casos de Éxito
No estamos hablando de una utopía teórica. Varias metrópolis han implementado con éxito sistemas de tarificación por congestión, convirtiéndose en modelos de estudio.
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Londres: Pionera en el mundo occidental desde 2003. Se cobra una tarifa fija para ingresar a una zona céntrica (la "Congestion Charge Zone") durante el día, de lunes a viernes.
- Resultados: La congestión en la zona se redujo en un 30% en los primeros años. Aumentó el uso del transporte público, la bicicleta y los desplazamientos a pie. Los millonarios ingresos generados se reinvierten obligatoriamente en mejorar el sistema de transporte público de la ciudad, creando un círculo virtuoso.
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Estocolmo: Implementó su sistema en 2007 tras un exitoso período de prueba que fue validado por un referéndum popular. La tarifa es variable según la hora del día, siendo más cara en las horas pico.
- Resultados: El tráfico dentro de la zona de tarificación se redujo permanentemente en un 20-25%. Las emisiones de gases contaminantes como el NOx y las partículas PM10 cayeron entre un 10% y un 15% en el centro. Los fondos se destinan a nuevas infraestructuras viales y a la expansión del metro.
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Singapur: El precursor mundial con su primer sistema en 1975, hoy conocido como Electronic Road Pricing (ERP). Es el más dinámico de todos: una red de pórticos electrónicos ajusta las tarifas cada media hora basándose en la velocidad real del tráfico para mantenerlo fluido.
- Resultados: El sistema ha logrado mantener las velocidades en las autopistas entre 45 y 65 km/h y en las carreteras principales entre 20 y 30 km/h. Es un sistema aceptado que ha permitido un crecimiento económico y poblacional sin el colapso del tráfico.
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Nueva York: La ciudad más reciente en unirse al club, con su plan aprobado para el sur de Manhattan. Aunque enfrenta batallas políticas, su objetivo es reducir el tráfico diario, mejorar la calidad del aire y recaudar miles de millones para modernizar su envejecido sistema de metro y autobuses.

La Gran Contradicción: Infraestructura Escasa vs. Motor de la Economía
Aquí es donde el análisis se vuelve complejo. Por un lado, debemos tratar la infraestructura vial como lo que es: una materia prima valiosa y escasa. En una ciudad consolidada como Montevideo, no es posible duplicar el ancho de la Rambla o de la Avenida Italia. El espacio es finito y su expansión tiene costos económicos y sociales prohibitivos. Desde esta perspectiva, racionar su uso a través de precios es la única solución lógica y sostenible.
Por otro lado, nos enfrentamos a una poderosa realidad económica: la industria automotriz —fabricación, importación, venta, reparación, seguros y combustibles— es uno de los grandes impulsores de la economía uruguaya y mundial. Datos recientes de Uruguay XXI muestran que en 2023 se alcanzó un récord de venta de vehículos, con casi 57,600 unidades, y las exportaciones del sector (vehículos y autopartes) superaron los 550 millones de dólares. Este sector genera empleo y una importante actividad económica.
Cualquier política que desincentive de forma drástica el uso del automóvil será vista como una amenaza para este motor económico. Este es el nudo del dilema: ¿cómo equilibramos la necesidad de gestionar un bien escaso (las calles) con el impulso de una industria clave para el crecimiento económico (la automotriz)?
Montevideo en el Horizonte: ¿Un Sueño Posible?
La implementación de una tarifa por congestión en Montevideo no sería sencilla, pero es una conversación que debemos tener.
- ¿Dónde? Las zonas candidatas son evidentes: el ingreso a Ciudad Vieja y el Centro en horarios laborales, quizás incluyendo tramos de la Rambla o corredores como 18 de Julio o Avenida Italia.
- El requisito indispensable: El éxito de Londres y Estocolmo se basa en una condición no negociable: un transporte público de calidad como alternativa real. Antes de cobrar por conducir, Montevideo necesitaría una mejora sustancial en la frecuencia, cobertura y comodidad de su sistema de ómnibus (STM). La buena noticia es que los ingresos de la tarifa por congestión podrían ser la fuente de financiamiento para esta transformación.
- Los Desafíos:
- Político: Vencer la resistencia natural a lo que se percibirá como "un nuevo impuesto". Se requiere una comunicación clara, enfocada en los beneficios: menos tiempo perdido en el tráfico, una ciudad más limpia y un mejor transporte público para todos.
- Equidad Social: El sistema debe diseñarse para no castigar a los residentes de menores ingresos. Esto se puede lograr con descuentos para residentes de la zona, exenciones para personas con discapacidad y topes diarios de gasto.
- Aceptación Empresarial: Los comerciantes del centro podrían temer una caída en las ventas. Sin embargo, la experiencia de otras ciudades muestra que estos temores son infundados; un centro menos congestionado y más amigable para los peatones suele ser más atractivo para los negocios.

Conclusión
Montevideo se encuentra en una encrucijada. Podemos seguir por el camino actual, donde el crecimiento del parque automotor nos condena a un futuro de parálisis y frustración, o podemos atrevernos a innovar.
La tarificación por congestión, vista a través del prisma de Hayek, no es una medida recaudatoria, sino una herramienta de ordenamiento inteligente. Reconoce que la infraestructura es una materia prima escasa y utiliza el poder de los precios para que la usemos de forma más racional. El desafío, monumental pero no imposible, es equilibrar esta lógica con el peso económico de la industria automotriz y garantizar que la transición sea justa para todos los ciudadanos.
La pregunta para Montevideo no es si las tarifas por congestión funcionan —el mundo ya ha demostrado que sí—, sino si estamos listos para tener una conversación adulta sobre el valor del espacio, el costo de nuestro tiempo y el tipo de ciudad en la que queremos vivir.
Disclaimer:
Articulo elaborado utilizando herramientas de IA avanzada.
Imagen principal generada utilizando herramientas de IA avanzada.
Dr. Sergio Lettieri
Magister en Relaciones Internacionales - UDELAR - ROU
sergiolettieri.blogspot.com
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